31.10.10

No me conoces [cuento de terror]

No me conoces


Gonzalo se dio cuenta de que estaba solo en la oficina. No era la primera vez que le pasaba, ya en otras oportunidades sus colegas habían salido sin despedirse. Quizás esta vez sí lo habían hecho, pero él solía abstraerse tanto frente a la pantalla de su computadora que el mundo real pasaba a un segundo plano. Se restregó los ojos y tomó el último sorbo de su Coca Cola ya caliente. Miró el reloj de su escritorio: ocho y cuarenta y seis de la noche. Había un sido un día largo y pesado pero ya era viernes, momento de relajarse.


21.10.10

Una ola no se repite: 6. Un nuevo camino

(Capítulo anterior: 5. Te voy a extrañar
Primer capítulo: 1. La primera impresión)
un nuevo camino
 Avenida Pardo. Miraflores, Lima - Perú


Luces, sombras y música a alto volumen enmarcaban la escena. A pocos metros Sandra no podía creer lo que veía: su mejor amiga estaba abrazada y llorando ante un perfecto desconocido. Fernando y Mario voltearon a ver, sintiendo envidia casi de inmediato: Diego había conseguido sin esfuerzo aparente a una chica mil veces mejor que todas las que estaban en la mesa con ellos. Dirigieron miradas disimuladas pero obscenas sobre la silueta de Valeria y se encargaron de hacer espacio en los muebles por si ella y su amiga se animaban a unirse al grupo..


3.10.10

Una ola no se repite: 5. Te voy a extrañar

(Capítulo anterior: 4. Valeria
Primer capítulo: 1. La primera impresión)
te voy a extrañar
Edificio Parquemar. Miraflores, Lima - Perú

Diego quedó con la boca tan abierta que, de haber estado en la selva, seguramente habría servido como nido o escondite de mosquitos y demás insectos voladores. En ese momento no sabía si saltar de la alegría o saltar del puente. Enterarse repentinamente que podría ser papá y sin haberlo planeado provocó en él una serie de reacciones internas - frío, mareos, náuseas- que solo pudieron ser expresadas con ese gesto cuasi idiota en su cara. Las personas que pasaban por ahí - en su mayoría parejas de enamorados - lo miraban de reojo como adivinando que la noticia que acababa de recibir ese chico no eran del todo buenas, al menos no para él. Tras unos segundos de silencio que le parecieron eternos, atinó a decir unas palabras.