21.10.10

Una ola no se repite: 6. Un nuevo camino

(Capítulo anterior: 5. Te voy a extrañar
Primer capítulo: 1. La primera impresión)
un nuevo camino
 Avenida Pardo. Miraflores, Lima - Perú


Luces, sombras y música a alto volumen enmarcaban la escena. A pocos metros Sandra no podía creer lo que veía: su mejor amiga estaba abrazada y llorando ante un perfecto desconocido. Fernando y Mario voltearon a ver, sintiendo envidia casi de inmediato: Diego había conseguido sin esfuerzo aparente a una chica mil veces mejor que todas las que estaban en la mesa con ellos. Dirigieron miradas disimuladas pero obscenas sobre la silueta de Valeria y se encargaron de hacer espacio en los muebles por si ella y su amiga se animaban a unirse al grupo..


Diego sintió como los maravillosos pechos de Valeria subían y bajaban rápidamente por el llanto. Por segunda vez desde que la conocía no supo qué hacer, si corresponder el abrazo o darle unas palmaditas de ánimo en la espalda. Decidió acariciarle la cabeza, recorriendo su cabello suavemente con los dedos. Valeria parecía decirle algo pero no sabía qué era, aparentemente estaba hablando consigo misma. Luego de casi un minuto que parecieron treinta, ella dejó de abrazarlo y lo miró avergonzada, disculpándose. Pudo percibir una pena en Diego que no había visto en él la última vez que se encontraron. Debido a la bulla en el lugar era casi imposible entablar una conversación, le pidió que fueran a la terraza a conversar. Sandra le preguntó al oído si estaba segura de lo que estaba haciendo y ella afirmó con la cabeza. Para este momento Sandra ya se había percatado de las miradas casi enfermizas de los tipos sentados en la mesa cercana lo que hizo que regresara apuradamente con sus amigas.

Ya en la terraza, parados uno al lado del otro, apoyando los codos sobre una baranda y mirando la playa, pudieron conversar

-  No sé que puedas estar pensando de mí en este momento.
- Tu amiga me miraba muy extraño.
- Así es ella con quienes no conoce, no te preocupes.
- Tú debes pensar que soy un borracho y juerguero.
- Algo así.
- ¡Qué alivio!
 - Jajaja no, es broma. Gracias por no irte corriendo.
- ¿Es un problema grave?
- No es para morirse, pero duele.
- ¿Discutiste con tu novio?
- Digamos que ya tengo 24 horas siendo soltera nuevamente.
- Vaya, estamos igual.
- ¿Tú también has terminado una relación hace poco?
- Yo hace algunas horas.
- Cuánto lo siento. Sabes, sabía que algo así te pasaba cuando te vi.
- ¿Tan mal me veo?
- No es eso, es tu expresión. ¿Y has venido con tus amigos para desahogarte?
- Te digo la verdad, sí. Ella era muy importante en mi vida y saber que ya no estará más me parte el alma.
- No seas dramático, no está muerta. Siempre la podrás saludar y preguntarle cómo le va. Dale un tiempo. A no ser que te hayas portado mal.
- Las pendejadas no van conmigo, no sé mentir. Lo hice una vez y pagué muy caro, me arrepentí pero ya era tarde. Desde ahí ni más con eso.
- Te has puesto bien sincero. Ojala hayan más hombres que se den cuenta de eso.
- Es que tarde o temprano se sabe la verdad.
- Salud por eso. He dejado mi trago arriba, si quieres sube pero somos puras chicas y hoy estamos brindando contra ustedes.
- Entonces no me conviene estar por ahí. En el fondo me alegra que nos hayamos vuelto a encontrar. Anoche no creo que haya sido mi mejor presentación.
- Tampoco exageres, eres humano y tenemos nuestros momentos buenos y malos.

Se miraron sonrientes y esta vez se abrazaron como dos amigos de toda la vida. Cada quien debía lidiar con sus problemas y superarlos de la forma que mejor les resultara. Ilusionarse, amar, llorar y perdonar son inherentes a la vida y si se evitan, es como vivir a medias o peor aún, no vivir.
Diego le compró otro Dry Martini a Valeria para que no subiera con las manos vacías y con un beso en la mano se despidió.

- Espero que la próxima vez que te vea me cuentes que eres feliz.
- Sabes una cosa. Después de todo, y por lo que tengo en este momento, soy feliz.
- Deséame suerte a mí entonces.
- No la necesitas.

Valeria le guiñó el ojo y subió las escaleras para reencontrase con sus amigas que celebraron de inmediato su retorno. Diego caminó entre empujones de la gente que ya abarrotaba la discoteca y volvió a la mesa de sus amigos, que habían desaparecido en la pista de baile. En la otra esquina del mueble donde él estaba sentado había una pareja comiéndose a besos, Diego se sirvió una buena cantidad de whisky y bebió mirándolos, como si se tratara de una película erótica o en el peor de los casos de una escena de National Geographic en la que muestran el apareamiento de animales.

(…)

Ha pasado un año desde aquella noche en Aura. Tras ese sábado, Diego no volvió a salir con sus amigos ni a reencontrarse con Valeria. Durante la  semana posterior tuvo un par de entrevistas más y se le presentó una excelente oportunidad de trabajo en Argentina.
Sin pensarlo mucho, días después estaba en el aeropuerto despidiéndose de sus papás y hermanos. Por alguna extraña razón, no quiso decirle a nadie que se iba. Ni a Charito. “A ver cuánto tiempo dura hasta que se den cuenta que no estoy”. La respuesta la iba a tener horas más tarde en correos extensos y casi ofensivos de sus amigos por haberse escapado sin decir nada y menos aún sin haber organizado una despedida.
Durante ese año hizo buenos amigos y visitó con ellos lugares maravillosos de ese país. Aprendió el arte de preparar asado y a tomar mate a cualquier hora. Y por esas cosas de la vida, un día conoció al hijo de puta de Marco Rebatta, que se veía imperturbable bebiendo una cerveza en un bar de la capital. El encuentro fue casual y por un amigo argentino en común y habría pasado desapercibido de no ser porque éste le preguntó por Valeria y la conversación la tuvo como protagonista por un tiempo.

Definitivamente Argentina era un lugar que se amoldaba muy bien a su carácter pero debía regresar. El contrato era por un año y renovable, pero él optó por volver a casa. Al comienzo dudó de su decisión, sin embargo sentía que algo mejor le esperaba en Lima o en cualquier otro sitio. Había sido una prueba difícil pero lo había logrado, se sentía en la capacidad de adaptarse, de valerse por sí mismo y eso lo fortalecía.

Su regreso fue mejor de lo que esperaba, en el aeropuerto lo recibieron sus amigos de siempre y toda su familia, con carteles y globos de bienvenida que le hicieron sentir muy querido. A los pocos días de su regreso y luego de haber desempacado sus maletas, Diego pensó en visitar a Charo. Durante su estadía en Buenos Aires sólo se habían escrito unos pocos correos muy breves, sin decirse nada importante.

Un sábado por la mañana, a una semana de su regreso, Diego estaba frente a la puerta de la casa de Charo con un ramo de rosas blancas y un cuadrito de madera souvenir de Argentina. Quería sorprenderla, contarle todo lo de su viaje y su nueva forma de ver la vida. Le abrió la puerta la mamá de Charo, que también se llamaba Rosario, sin poder ocultar su sorpresa de ver a Diego luego de tanto tiempo. Pero pasado el momento, su rostro se volvió más bien serio.

- Señora Rosario, qué gusto de verla. ¿Ha estado bien?
- Sí, Diego. Gracias.
- ¿Está Charito?
- Sí. Espera aquí, voy a decirle que has venido.

Diego esperó casi veinte minutos afuera, sin saber si volver a tocar el timbre o marcharse. Al parecer su visita no había sido tan grata como él esperaba. Cansado ya de permanecer de pie, retrocedió unos pasos y cuando estaba dando media vuelta para retirarse, se abrió la puerta.

- ¡Diego! Pero qué sorpresa verte. ¿Cúando llegaste?
- ¡Charito! Pensé que no querías salir a saludarme. ¡Te ves muy bien! Mira lo que te he traído.
- Gracias, están muy lindas. No te hubieras molestado.
- Yo encantado.
- Mira Diego, me da tanto gusto verte, pero no sé si este sea el momento...
- Ya entiendo. ¿Estás con el novio en casa, verdad?
- No tengo novio.
- No te molesto entonces, vi también  la cara de tu madre y la verdad es que no quiero incomodar.
- Hay algo que debes saber…

Charo se hizo a un lado de la puerta para dejar pasar a Diego, luego él la siguió en silencio por el camino hacia su sala. Hace mucho que no veía esas paredes y pisos antes tan familiares, casi se sintió como en casa. Pero había algo especial en el lugar, se respiraba un aroma especial, se percibía un ambiente distinto. Ella continuó caminando hasta las escaleras al segundo piso y le invitó con la mano a que la siguiera. La situación se había vuelto ahora confusa y la intriga lo estaba matando. Finalmente Charo se paró frente a su cuarto y le dijo a Diego que entrara, él aún confundido caminó y cruzó la puerta.
Junto a la cama de Charo e iluminada ligeramente por la luz que traslucía por su cortina había una cuna blanca. Diego movió la cabeza de un lado hacia el otro, miró a Charo y antes que pudiera hablar algo, ella le dijo:

- Esa noche no te mostré el resultado del test. No sabía cómo lo ibas a tomar, tenía tanto miedo de mi familia.
- Pero tú…
- Diego, ese bebé es tu hijo.

Diego se quedó mirándola perplejo por un instante y se acercó caminando lentamente a la cuna donde vio a una pequeña versión de él durmiendo con la boquita semiabierta. De pronto sintió como todo en su vida empezaba a cobrar un nuevo sentido. Volteo la cabeza y vio a Charo mirándolo desde la puerta de la habitación con los ojos cristalinos por las lágrimas. Como por instinto, se inclinó y tomó al bebé entre sus brazos y lo acercó a su pecho, sintiendo como el calor de su sangre circulaba por el cuerpo de su pequeño. El amor existe y puede tocarse, él lo estaba haciendo. Quiso decir algo, unas palabras para recordar, miró hacia arriba como buscando inspiración pero sólo consiguió abrir la boca y dibujar una sonrisa.

FIN

6 comentarios :

  1. Que increíble y maravilloso puede ser nuestro destino cuando decidimos hacer las cosas bien y a pesar de haber tropezado volver a levantarte y empezar de nuevo....
    Te felicito mi estimado Eduardito, eres un cofrecito de inspiración e imaginación!

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  2. El camino de nuestra vida está hecho de las oportunidades que se nos presentan y de qué manera las tomamos.
    Gracias por tu comentario!

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  3. muy chévere esta historia tio, myu muy chévere...

    "El amor existe y puede tocarse, él lo estaba haciendo."

    eso es lo que siento cada vez que beso a mi hija :)

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  4. EBP Gracias!! Debe ser lo máximo sentir eso. Cuidate y visita siempre :)

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  5. excelente final.. te felicito..me enganché en toda la historia! un beso

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  6. Por comentarios así da mucho más gusto escribir. ¡Gracias!

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