25.12.13

Whisky [cuento corto de Navidad]

whisky

Las cosas no andaban del todo bien en el taller de Don Pascual. Una semana atrás durante la madrugada habían entrado a robar -seguramente las llantas alemanas que acababa de comprar- y aunque se percató a tiempo para hacer huir a los ladrones, le habían estropeado la puerta de metal. Boris, su viejo pastor alemán, ni se dio cuenta. Aunque en el pasado había evitado varios tentativos de hurto, ahora estaba cada vez más perezoso y con menos reflejos. Pero Don Pascual no pensaba siquiera en despertarlo, luego de diez años acompañándolo desde las seis de la mañana hasta el fin de la jornada, se merecía todo el descanso  del mundo.

19.12.13

El buen vecino [cuento corto]

el buen vecino

Un apoyo varoncito” era –en el mejor de los casos- la frase con la que Modesto Carbajal era recibido en la Unidad Vecinal Matuta, donde nació, creció y seguramente moriría. Cien metros separaban la esquina donde lo dejaba el taxi y su departamento, distancia suficiente para que se le acerque alguien a robarle. Era ese el submundo que lo esperaba cada noche, en el que sobraban las peleas, los perros y el alcohol pero faltaba todo lo demás, empezando por un pedazo de carne en el plato de sopa a la hora de almuerzo. Con tal analogía se podría explicar su suerte, nadando entre fideos escuálidos y verduras viejas, el primero y único que merecía un bocado.

11.12.13

Atómico [cuento corto]

atómico

A la edad de veinte años cayó en la conclusión de que llamarse Maximiliano Buendía sería el primer impedimento para convertirse en un superhéroe. Sabía que tal nombre de pila estaba destinado al olvido, le serviría sólo para pasar desapercibido entre la multitud, sería tan importante como Fulanito Detal. Una noche, viendo un documental por televisión, escuchó por primera vez el término “atómico” y aunque no entendió su significado, fue como una iluminación, sensación que le hizo hasta temblar; supo entonces que llamándose así alcanzaría la inmortalidad.

4.12.13

Una en un millón [cuento corto]

una en un millón

Éste era un hombre que luego de dos años de casado se enteró que era alérgico a su esposa. Aquí no se trata de una broma o modo de decir, ya que los casados están acostumbrados a disparar el término con temeraria ligereza para referirse a todo lo que encuentran pesado, feo, aterrador. Tal es así que con el tiempo desarrollan la alergia a la suegra, al supermercado, a los bancos y a un robusto etcétera. Pero éste no era el caso. Se trataba de una extraña enfermedad en la que el organismo de un individuo reacciona ante la cercanía de otra persona en particular, una que lleva un gen raro, presente en un habitante del mundo entre un millón. Y resulta que estos dos caprichos de la genética se encontraron y enamoraron, zurrándose en toda estadística y probabilidad.