(Capítulo anterior: 2. Miradas perdidas
Primer capítulo: 1. La primera impresión)
Puente de los suspiros. Barranco, Lima - Perú
El sábado Diego durmió hasta el mediodía. Su descanso pudo haber durado más si no fuera por las insistentes llamadas de Fernando y Mario, que preocupados querían saber si había llegado bien a casa. Ya con los ojos abiertos, contestó el celular apenas escuchó que timbraba por enésima vez. Era Mario.
- ¿Aló?
- Puta por fin respondes. ¿Dónde estás?
- En mi cama.
- Anoche te desapareciste huevón, estábamos preocupados por tí.
- Anoche te desapareciste huevón, estábamos preocupados por tí.
- No creo, pero ya estaba mal, me fuí solo.
- Te la perdiste, conocimos a unas chibolas de la Católica. Hoy volveremos a salir. ¿Te apuntas?
- No jodas, otro día más no puedo
- Uno que se preocupa por tí y así me tratas. Sigue durmiendo, me llamas si te animas.
- OK te llamo. Chau.
Diego tenía otros planes. Apagó el celular para poder dormir un poco más pero ya no pudo. La noche anterior había pensado mucho en Charo y a pesar que tenía más fresca en la mente la cara de la bella Valeria, siempre sus recuerdos evocaban la mirada y voz de su siempre Charito.
(...)
Charo es una chica un poco tímida pero de armas tomar, de esas mujeres que mantienen perfil bajo hasta que se meten con ellas. Se educó en un colegio de monjas y siempre fue una de las más tranquilas de su clase. Ya en la universidad descubrió lo que era tener enamorado, tomar, salir a fiestas y hacer el amor. Es apasionada de la música romántica, de los colores pastel y los atardeceres frente al mar, aunque sus mejores recuerdos están guardados en viajes por la sierra y de madrugada. En el último año de estudios - Psicología- conoció a Diego en una reunión de fin de finales. No se había fijado en él, de hecho era a su amigo quien Diego acompañaba esa noche a quien ella le había prestado atención. Por cuestiones de la vida y como suele ocurrir, estos muchachos solícitos descargan sus fiebres juveniles sobre las ruquitas de turno. Qué ganas de irse por el camino rapido, hombre. Entre un salud y tres merengues no tan bien bailados, se conocieron. Tuvieron que pasar algunos días y noches con sus respectivos merengues no tan bien bailados para que terminaran enamorándose.
(...)
(...)
Luego de bañarse y almorzar como si se fuera a terminar la comida en el mundo, Diego prendió su celular y marcó el número de Charo. No hubo respuesta. Antes de marcar por segunda vez, Charo devolvió la llamada.
- ¿Charito?
- Hola Diego, te estuve llamando.
- Sí, tenía el celu apagado para poder dormir. ¿Podemos conversar?
- Mira ayer me pareció pésimo que me vengas con malcriadeces...
- Justamente con eso quería empezar. Ayer estaba con todo el estrés de la entrevista y por cualquier cosita podía estallar. Discúlpame por favor.
- No es la primera vez que me haces esto Diego, lo has pensado?
- Sí lo he estado pensando, solo que anoche para serte sincero salí con Mario y Fernando.
- Qué novedad, esos nunca cambiarán.
- Pero yo pensaba mucho en tí, no sabes, y me fuí sin despedirme de ellos.
- Me alegra saber que estas bien. ¿Estás libre? Tenemos que hablar.
- ¡A eso iba! Me muero por verte. ¿Voy a tu casa?
- No. Mejor salimos.
- Está bien. Mira, son las tres. ¿Qué te parece a las cinco?
- Ok. ¿Pasas por mi?
- Sí.
- Por favor no te demores.
Ya sin la preocupación por cómo iba a reaccionar Charo, Diego se apresuró en cambiarse de ropa. Tenían sus ojos un brillo especial, como los adolescentes que sienten el calor ascendente del primer beso. Cargó su billetera con algo de dinero que aún le quedaba desde que salió de su antiguo trabajo, se miró de lado al espejo haciendo una mueca con la boca sonriendo pretendiendo ser un veterano conquistador. Pero no iba con él. Finalmente guardó dos condones en su bolsillo, tenía la seguridad de que esa noche iba a ser más que especial. Hoy es el día - se animó.
Después de comprar en el camino un café y brownies, Diego llevó a Charo a Barranco. Un lugar que siempre le pareció tan cursi como efectivo en el tema amatorio: El puente de los suspiros. Una de sus peores cartas de presentación era precisamente el romanticismo, así que era un recurso muy suyo el ir a sitios etiquetados como románticos por su círculo social y las guías de turismo locales. Al menos a él nunca le había fallado.
A pesar que veía a Charo como ida, a veces como queriendo decir algo pero en silencio, Diego aguardaba con ansias su momento. Finalmente, en medio del puente y ya con la noche puesta sobre sus cabezas, se puso frente a ella - sorprendida - y tomando sus manos le habló despacio.
- Charito, te traje hasta acá porque hace mucho que no salíamos. Quería hacerlo especial. Sé que nosotros estamos aquí y allá por nuestras ocupaciones, pero éstas semanas sin tí sólo me han hecho dar cuenta que te necesito conmigo.
- ...
- Amor, creo que no te esperabas esto y puede ser que tengas miedo. Lo entiendo. Ésta vez vamos a hacer las cosas bien, te doy mi promesa que voy a darlo todo. Ya me llegó de verdad estar juntos para al rato terminar. Basta con eso, creo que es hora que maduremos y aprendamos.
- La verdad que no me lo esperaba.
- ¿Y no te alegras acaso? ¡Me muero por ti!
- ...
- No me digas que ya me olvidaste. ¡Lo que me faltaba!
- Diego, creo que estoy embarazada.
Eduardo, tienes algo en tu escritura, no sabría definir bien; pero cuando comienzas a pintar con las letras, es fácil seguirte, no produce cansancio ni abulia leer el texto completo...Veremos como continúa el desarrollo de la historia.
ResponderEliminarUn abrazo.
ResponderEliminarHola Taty, no te pierdas el próximo capítulo en este mismo canal ;)
Besos!
Eres lo máx Eduardo!, realmente tienes un don... estoy ansiosa del próximo capítulo :)
ResponderEliminarUn besote
ResponderEliminarWow que lindas palabras! Gracias, regresa siempre.
chester...
ResponderEliminarTu escribiste esto???
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