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Crónica italiana: 2. La noche es frágil

(Primer capítulo: 1. Cuestión de tiempo)
la noche es frágil
Colonne di San Lorenzo. Milano - Italia

El agua estaba helada y aunque el canal no era tan alto ni la corriente fuerte, el peso de su ropa le hacia difícil alcanzar a la joven que estaba con la cabeza sumergida. Parecía inconsciente cuando logró alzarla fuera del agua pero casi de inmediato ella reaccionó y se soltó. Era claro que no sabía nadar y la caída le había provocado algunas heridas. “Quizá tomó tanto como yo ayer” – pensaba mientras volvía a intentar llevarla a la orilla. Esta vez ella se aferró muy fuerte de su brazo izquierdo. Cuando parecían alcanzar tierra Pietro sintió un dolor muy fuerte en una de sus piernas. “¡¡Mierda, calambre!!”. Haciendo un gran esfuerzo, tragando agua, consiguió llegar al borde del canal. Fueron luego minutos largos en los que ambos permanecieron tendidos en el suelo, exhaustos.


Algunas personas se acercaron y llamaron a la ambulancia. La joven rubia aún sangraba.

-         Gracias por salvarme
-         Vas a estar bien
-         Pero no debiste hacerlo…

Pietro no supo qué responderle, estaba adolorido y todavía aturdido. La ambulancia no tardó en llegar. Se despidió de ella tomándole con las dos manos una de las suyas, como queriendo transmitirle tranquilidad y afecto.
Revisó sus bolsillos, conservaba todas sus cosas pero estaban casi inservibles, comenzando por el celular. Completamente empapado, caminó de regreso a casa. Pensaba si la historia de su rescate en el Naviglio sería creíble. No todos los días se ven héroes en Milán.

Esa noche, en el departamento de Mariano, Daniela se paseaba desnuda frente al baño de la habitación.

-         ¿Cómo le fue a Pietro hoy?
-         Le di el día libre, tuvo un percance.
-         ¿Qué le pasó?
-         Me dijo que salvó a una chica de ahogarse en Naviglio Grande.
-         Jajaja ¿Me estás bromeando?
-         ¡En serio! Se notaba muy apenado cuando llamó a la oficina. Le dije que descanse hoy y que aproveche para comprar un celular nuevo para estar en  contacto.
-         Es un buen chico, cuando lo conozcas bien me darás toda la razón.
-         Se nota que lo es, vamos a ver qué tal trabaja… ¿Me puedo quedar a dormir?
-         Debo salir, tengo una reunión con amigos de mi anterior trabajo.
-         ¿Tú nunca descansas, no?
-         No quiero creer que me estás criticando.
-         Es una observación.
(Suena el celular de Mariano)

-         Creo que son mis amigos. Te llevo a tu casa.
-         Que horrible te comportas a veces. ¿No ves que estoy desnuda?
-         Pues vístete. – Le guiña el ojo y se incorpora de su cama y entra al baño, dejando la puerta abierta.
-         Sé que no somos nada, pero por lo menos algo de respeto, sentido común, como quieras llamarlo.
-         Sí, disculpa. Soy un salvaje también jajaja.
-         Un niño, yo diría…

Vuelve a sonar el celular, Mariano está ocupado cortándose un poco la barba. Mientras el ruido de la maquina de afeitar sigue, Daniela asoma hacia la puerta del baño y contesta la llamada, sin decir nada.
“¡¡Mi amor te estoy esperando!!”, “¿Aló, amor?” “Alooo”. Daniela cuelga y permanece mirando a las sábanas de la cama donde hace un rato estaba echada en los brazos de Mariano, luego de que hicieran el amor como locos. Se vistió rápidamente, tomó su cartera y salió del departamento. Su ilusión moría con cada paso que daba hacia la salida del edificio. “Ya estás vieja para estas huevadas” – murmuraba entre dientes apretados y aún acomodándose el pelo. Como era de esperar, Mariano la llamó al celular.

“¿Por qué te fuiste?”. Era la oportunidad para mandarlo en vuelo directo a la peor de las mierdas, pero aguantó un segundo, tragó saliva y le respondió: “Tú sabes lo que haces y yo también sé quien soy. No me vuelvas a llamar.” Al colgar no sabía exactamente lo que había dicho pero estaba muy conforme con la última frase. Al menos le bastaba para animarla a tomar un taxi e ir a darse un baño tibio, largo. "A Colonne di San Lorenzo, por favor".

-         ¿Cómo que se tiró del puente?
-    Con Stefano la sacamos del hospital. Felizmente no tenía documentos. Dicen que un muchacho la sacó del agua, casi ahogándose.
-         ¿Italiano?
-         Para mí era sólo un turista.
-         ¿Qué saben de él?
-         No parece peligroso, no dijo nada a los de ambulancia ni llamó a la policía.

Pietro estaba en su cama echado de costado, temblando. Estaba con fiebre, al parecer iba a resfriarse. “Bienvenido a Milán... ¡Vaya bienvenida Pietro, maldita sea!”. En su pequeño departamento dejó todas las luces apagadas y se tapó bien a pesar de los 23 grados centígrados de la noche. Cuando estaba por quedarse dormido, lo despertó un ruido de afuera. Miró hacia la puerta de su departamento y agudizó los sentidos. Despertó completamente y se incorporó, con el corazón golpeándole el pecho. No podía ser la fiebre la que estaba girando lentamente la perilla de su puerta, para abrirla.

CONTINUARÁ...

SIGUIENTE CAPÍTULO: 3. Nos vemos en Roma

Comentarios

  1. Que buen capitulo!!! felicitaciones, se que sera una excelente historia, esperare con muchas ganas por el siguiente capitulo.

    Saludos

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  2. Me gusta mucho tu relato y personlamente no conocia de musica en italiano pero están buenas eh

    ResponderEliminar

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