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Carta a mi(s) ex

carta a mi ex

Comenzaré pidiéndote disculpas porque te fallé. Y no me refiero a nuestra relación, que a este punto ya nos habremos dicho lo suficiente como para darnos cuenta de que es mejor que cada quien esté por su lado. Me refiero a la promesa que te hice al despedirnos, esa que juraba que siempre podrías contar conmigo para lo que sea. Lo sé, a mí también me pareció muy bonita cuando lo dije y aunque no me creas yo pensaba que sí podía funcionar. Pero la vida es algo más compleja de lo que imaginamos y hoy cada uno de nosotros vive su propia historia y apenas si tenemos noticias uno del otro.

A pesar de tantas primaveras encima, no terminaré de sorprenderme de las cosas que el amor puede hacer por nosotros y sobre todo de las cosas que nosotros podemos hacer por el amor. No sé si ya te ha pasado el preguntarte “¿en qué rayos estaba pensando?” al recordar una aventura o decisión tomada mientras duraba esta locura. Sí, yo insisto en llamarlo locura porque no encuentro explicación lógica a ciertos comportamientos que con los años se transforman en buenas memorias o anécdotas. Espero que no te hayas arrepentido de las cosas que hiciste cuando estuviste conmigo porque ahora iré en contra de quienes dicen que uno no debe arrepentirse de nada y afirmaré que está bien arrepentirse, asumir que pudimos haber actuado diferente, reconocer que la cagamos. Es un modo de aceptar y aprender de nuestros errores.

Las personas no cambiamos, solo mejoramos y quiero que tomes esto como consejo. Si pretendes cambiar completamente a la persona que dices amar te pregunto entonces de quién te enamoraste. No lo intentaste conmigo pero es algo que escucho tantas veces en muchas de mis amigas y temo que te suceda lo mismo. Alguna vez te dije que no pongas a nosotros los hombres en un mismo saco, no somos iguales. Ustedes mujeres tampoco lo son. Podremos todos compartir patrones en base a la cultura y biología pero si insistes en que somos iguales dónde queda el discurso de que cada ser humano es único y especial.

Si vivir se tratara solo de respirar seríamos plantas. Y yo no quiero ser una planta. Creo que la piensas igual y estoy contento de saber que eres de las personas que se atreve a desafiar al tiempo, que nos va gastando poco a poco, y decide no sólo consumir lo mejor posible todo lo que este mundo puede ofrecer sino también entregar algo a cambio, así sea una sonrisa espontánea, que en estos tiempos hace mucha falta. Al final la vida es tan corta que, bien o mal, podemos estar seguros que nunca dejamos de aprovecharla. Enamorarse es parte de la vida y aunque traiga consigo lágrimas y enojos, creo que negarle las puertas al amor es negarse a vivir plenamente.

Dicho todo esto me despido deseándote no suerte sino vida, mucha vida, con todo lo que ésta trae. Tú cambiaste la mía porque al cruzarte en mi camino y compartir tu sueños con los míos alteraste también mi destino y esa experiencia la guardaré para siempre. Ten en cuenta que en el futuro tendremos en nuestras manos el destino de otras personas a las que amaremos y debemos tomar esos corazones con la debida responsabilidad. Te confieso que me resulta difícil aceptar que esos labios que me besaron y esas manos que me acariciaron besarán y acariciarán a otro. Es un acto natural de egoísmo pero sé que el tiempo se hará cargo de aliviar estos pensamientos. Entonces nos volveremos recuerdos y transformaremos en recuerdo lo que alguna vez tocamos y besamos. Sinceramente y dado el inevitable destino, quisiera ser para ti un lejano y borroso recuerdo antes que caer en el oscuro de tus olvidos.

Eduardo

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