Era uno de esos días en el que se amanece queriendo que ya anochezca. Mariella finalmente había aceptado mi invitación a una cena y para mejorar el asunto la reunión sería en mi departamento y conmigo como único chef y anfitrión. Con la preparación en casa no sólo estaba ganando puntos a favor sino que aliviaría en algo a mi escuálida y castigada billetera post periodo navideño. La receta ganadora: Pechugas de pollo con salsa de champiñones. En realidad era la única receta fácil que mi madre pudo enviarme vía e-mail. Se había incluso ofrecido venir a cocinar pero tener a tu mamá en tu departamento en la primera cita era como vaciar por completo el agua de una piscina antes de lanzarte.