Ir al contenido principal

Crónica italiana: 7. Calles de piedra

(Capítulo anterior: 6. Ojos Azules
Primer capítulo: 1. Cuestión de tiempo)
calles de piedra
Colosseo. Roma - Italia


Dos de la madrugada. Un hombre camina aceleradamente por  las calles empedradas, -ahora desiertas- del centro de  Roma, tratando de no hacer mucho ruido con los zapatos. Si bien es una hora en que la ciudad duerme, aparecen personajes misteriosos que conviven en siniestra armonía con la inmundicia y la soledad. Siente que alguien lo sigue, no detrás de él sino en la vereda del frente, a media cuadra. Está agotado y el calor del verano ha secado su boca. Ve que pocos metros más adelante hay un grifo de agua pero sabe que si se detiene enfrentará a su persecutor. La sed mortal que tiene hace que beba desesperadamente el agua que recoge con sus dos manos. Siente alivio, el agua está fresca y también ha mojado su cabeza. De pronto su vista se nubla, todo se torna borroso, ahora oscuro, se desmaya…


A pocos kilómetros de ahí, cerca de la autopista, Camila y Pietro miran en silencio la carretera, dentro del auto estacionado de Mariano. Las últimas horas estuvieron conduciendo sin rumbo, evitando calles congestionadas – cosa casi imposible en Roma – escuchando la radio en busca de noticias sobre el incidente.

- Yo lo traje aquí. Es mi culpa…

- No sabemos nada aún, no te pongas así. En todo caso, la culpa de que ustedes estén aquí es solo mía.
- ¿Me puedes contar de una maldita vez qué es todo esto?
- Discúlpame, solo puedo explicarte unas cosas…
- ¡¡Mi amigo puede estar muerto por tu culpa!!  - gritó Pietro rompiendo en llanto- ¿Y vas a seguir callada?
- ¡¡Si no lo hago es porque entonces tendrían que matarnos a los dos!!
- Dime quién eres por favor… Por qué estoy aquí y no en Milán.
- Porque te pedí que me salvaras sin conocerte. Me has rescatado ya dos veces, nadie ha hecho algo así por mí jamás. Yo también me pregunto quién eres, por qué lo haces.
- Rescatarte de qué, a qué huyes.
- A un amor…
- Mierda entonces es un maníaco y ahora pensará que soy tu amante. Nos jodimos.
- Jajaja
- Cómo te puedes reír, ¿estamos en este lío por un ex novio tuyo?
- Si fuera así no estaríamos ahora conversando. Te diré algo, yo soy de Trento y estuve en Milán y ahora estoy aquí por mi familia a la que amo, pero mi vida se ha vuelto algo que no soporto y quiero regresar, ser quien era antes. A ser libre…

Su voz quebrada y sus ojos brillando, mirando siempre a la ventana hicieron que Pietro se calmara un poco. Al menos había dicho de dónde era y que no la perseguían por celos. Encendió nuevamente la radio y cambió la estación de noticias por una de música.
-      No nos iremos sin Mariano – le dijo ella tocándole la pierna y mirándole a los ojos con dulzura.
Pietro asintió con la cabeza. Sintió de repente un desvanecimiento, su cuerpo pedía descanso. Bajó ligeramente el volumen de la radio y reclinó un poco su asiento. Camila lo imitó y el silencio de la noche solo era interrumpido por el programa de radio.

Termina la primera hora de programa, gracias noctámbulos como siempre por sus pedidos y ahora damos pase a nuestra esperada ¡¡Sección de románticos!! Abrimos nuestras líneas para sus llamadas y dedicatorias. ¡Adelante!

-  Hola…
- ¡Muy buenas noches, cuál es tu nombre y de dónde nos llamas!
- Angelo, de Roma.
- Chico tímido, de pocas palabras pero seguro de gran corazón, ¡Dime pronto tu canción y a quién se la dedicas!
... Para Camila, estoy en Roma. Si me escuchas, donde estés, llámame.
- ¿Pero Angelo, qué has hecho para tenerla lejos de ti?
- …Creo más bien que no la tengo conmigo por cosas que no hice.
- Conmovedor, realmente. Gracias por tu llamada y Camila, ¡Por favor no lo hagas sufrir! ¡Vamos con la canción!

CONTINUARÁ…

Comentarios

Entradas populares de este blog

Diego vs Maradona

Copyright: ©John Vink   Maradona fue ese chico prodigio del fútbol, de talento natural, marcado con la huella imborrable de los que protagonizan aquella historia del chico que sale del barrio humilde y consigue convertirse en una estrella. Historias así existieron y vendrán muchas otras, pero él fue diferente. Porque era algo increíble verlo tratar una esfera como si fuese una extensión de su existencia y obedeciera a sus más exigentes caprichos. Diego vivió rodeado de gente buena y mala, fue conociendo las delicias y las fortunas de la fama y el dinero, que también tiene un lado oscuro, al que no escapó, del que se dejó tentar, al que finalmente sucumbió. Maradona llenó estadios, ganó admiradores en todo el mundo, quienes comprendieron que el fútbol puede también ser un arte. Diego firmó autógrafos, se dejó engreír, se fue envolviendo de vicios y defectos que por momentos dominaron a ese ser solidario, fiel amigo, bonachón. Diego y Maradona compartieron el mismo cuerpo en una impo...

La suerte de una promesa

“Lo único que nos queda por alardear es el amor. No existe otra fuerza que lo supere" Los autos transitaban en caótica armonía por la calle Los Eucaliptos y Claudio aún no se sentía listo para ver a Pat ricia bajar de uno de ellos. Habían pasado diez años desde que se mudó a Miami y trece desde que la vio por última vez. Mientras esperaba su llegada, se preguntaba si ella lo reconocería de inmediato o le tomaría unos segundos hacerlo . E n e l peor de los casos se justificaría diciendo “Es que ahora te ves mejor” . La conocía tan bien.

Al lado de la cama

Es la enésima vez que llego tarde a casa por sucumbir nuevamente a la presión de los amigos después del fulbito del viernes por la noche. Atravieso la sala a oscuras, guiado por la pantalla de mi celular y al llegar a la cocina me seco media botella de agua sin dificultad. Esta rutina ya practicada y repasada me habría servido para bosquejar mentalmente la excusa que me habría salvado de terminar condenado a dormir en el sofá. Pero esta vez no quiero esforzarme, he decidido asumir las consecuencias de mis errores y suplicar perdón. Me desvisto mientras subo al segundo piso en puntas de pie, convencido de someterme al inminente castigo, osadía que sin embargo me da una sensación de sosiego mientras abro lentamente la puerta de la habitación. Veo su silueta cubierta por las sábanas al lado de la cama e inmediatamente siento que ella no se merece a un mequetrefe borracho que no sabe decir que no. Tanteo bajo mi almohada para recuperar mi pijama y en poco tiempo me encuentro echado, abriga...