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Nos vemos mañana [cuento corto]

nos vemos mañana

"Dame un beso", le dijo al oído mientras la multitud contaba los segundos para el año nuevo. Ella dio un paso atrás y miró a su alrededor. De tanto bailar había perdido de vista a su grupo de amigas, estaba a su suerte. Él no dejaba de mirarla, como si en esas dos pupilas y tres dedos de la mano derecha unidos con los de ella estuviera el destino de su vida entera.


¡Cinco, cuatro, tres, dos, uno! Y el local se llenó de confeti, música, griteríos. Ella lo abrazó, él buscó sus labios y ella volteó para el lado contrario, abrazándolo más fuerte. Esa noche era su primera noche de soltera luego de seis años de noviazgo, tiempo en el que fue muy feliz. Pero la felicidad no rompe el amor y ella no podía dejarse llevar por la sensación de querer olvidarlo todo con el chico más guapo y gentil que haya conocido. A lo mejor era sólo una jugada de su mente el verlo de esa forma. Él la mantuvo entre sus brazos por el tiempo que ella quiso, el contacto con sus pechos le hacía sentir los latidos de su propio corazón acelerado. Habían sido las mejores dos horas que recordaba pero sentía que había estropeado todo al atreverse a hacerle semejante propuesta. Cuando la sintió separarse, le tomó ambas manos y las besó, pidiéndole disculpas. Al llegar las amigas él ya se había alejado.

Ella se acercó a la barra para pedir su última copa de Martini aunque sabía que no debía beber más. Metía la mano en la cartera, rozaba su celular, se moría por llamarlo, escribirle, pedirle que venga, que lo extrañaba, que le dolía tanto que él no llamara para decirle lo mismo, que se divierta donde esté, que se joda. Sintió que alguien la miraba y era él. No EL, sino él, siempre guapo y tan gentil. Lo invitó a su lado con solo mirarlo y cuando estuvieron cerca se rieron de verse el uno al otro completamente borrachos. Él sacó su celular y le preguntó si podría llamarla algún día, cuando estuvieran sobrios. Ella, que había pensado en besarlo, sonrió, tomó el teléfono y escribió su número. Se lo merecía. Tomó su Martini que estaba listo, bebió un sorbo y le dijo: "Nos vemos mañana". El afirmó con la cabeza, incrédulo. Ella se fue de la barra a buscar a sus amigas, había escuchado tantas promesas en su vida que estaba segura que había llegado el momento de cumplir las suyas.

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