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Una ola no se repite: 1. La primera impresión

la primera impresion

-Buenas tardes señorita vengo por la entrevista, me citaron a esta hora.
-Hola, ¿Cuál es tu nombre?
-Diego Castillo
-Toma asiento por favor, voy a avisar que estás aquí.
-Gracias, yo espero.



"¡Qué buena que está!" Pensó Diego y no pudo evitar mirarle el trasero a la secretaria cuando dejó su escritorio para ir a una oficina cercana.
Aún nervioso, se puso a observar lo que tenía a su alrededor. Olía a aromatizante y un poco a perfume de mujer, el lugar tenía todo el piso alfombrado, se veía ordenado y limpio, las paredes blancas y el logo de la empresa muy bien puesto, una cámara de seguridad por allá... "¡Mierda!" y quitó rápidamente la vista del aparato, que parecía seguir todos sus movimientos. "Seguro que me ha visto mirando a la secre" y tomó una postura solemne, digna de esa empresa y no de cualquier mira culos callejero. No más. Por ahora. Hasta que pague-mis-deudas-deje-de-vivir-con-mis-viejos-y-chupe-con-mi-plata.

-Señor Castillo, venga por aquí por favor.

La linda secretaria anunciaba así que el momento había llegado. Diego se paró, acomodó su corbata y limpió disimuladamente el borde de sus zapatos en la alfombra. Atravesó la puerta de la oficina y ahí estaba esperando sentada una mujer joven, que leía lo que parecía ser su currículum. Se incorporó para saludarlo y cuando estuvieron cerca se dieron la mano. "Si la secre estaba buena, esta está riquísima". Y no se equivocaba, estaba frente a una mujer de aproximadamente 30 años, alta, delgada, de cabellos lacios no muy largos y marrones como sus ojos. Fue tal el impacto causado que no escuchó cuando ella le dijo su nombre, pero se las arregló buscando en el escritorio alguna placa o tarjeta. Fue fácil. Se llamaba Valeria Molina.

-A ver Diego, cuéntame un poco sobre tí

Diego dejó de lado los nervios iniciales y empezó decidido. Le contó sobre su corta vida laboral durante la cual hizo muchos amigos, que le encantaba el trabajo en equipo, que le gustaba jugar al fútbol y que estaba muy entusiasmado con la idea de ser parte de la empresa.
Empezó a incomodarle el hecho de que Valeria mirara a cada rato su celular, que estaba sobre el escritorio, como si viera la hora o esperara alguna llamada o mensaje. Trataba de disimularlo pero sin éxito. Pero él aprovechaba estas distracciones para darle una ojeada al escote espectacular que ella llevaba.

-Sabes que el puesto requiere un nivel intermedio o avanzado de Inglés, tenemos clientes en el extranjero y es común que debamos responder llamadas o correos en ese idioma, ¿Qué te parece si empezamos esta segunda parte en Inglés?

Preguntó sonriendo, lindísima como era, quién podría negarle algo. Giró un poco el cuello para acomodar su cabello y esperó atenta la confirmación de Diego para empezar. "Ya me cagó" pensó él, pero no iba a permitir que se le fuera la oportunidad de dejar una buena impresión y empezó a seleccionar las mejores palabras.

-I am ready, Miss Valeria.
-Just call me Valeria.

Felizmente duró poco. Y no lo hizo bien. I think y Maybe no eran armas tan efectivas para lo que ella propuso. Pero al parecer le cayó simpático. Al menos había dejado de mirar su celular. Y él ya no pudo mirarle el escote.
Se despidieron dándose la mano y Valeria le dijo que le enviarían un correo o le llamarían para confirmarle si había sido aceptado. Y que mucho gusto conocerlo.
Saliendo del edifcio, Diego llamó a Charo, su eterna ex. Porque habían terminado y regresado como 4 veces. En un mes. Y así llevaban 4 años.

-¿Cómo te fue en la entrevista?
-Ya la hice creo, pero no me convence mucho el sueldo.
-¿Piensas seguir otro mes sin trabajar?
-Ya empiezas a joder Charo, tampoco soy un arrastrado que me vendo por monedas.
-Siempre tú tan delicado, al final es tu vida.
-Sí pues, ya estoy acostumbrado a los golpes.
-Espero que no estés siendo sarcástico.
-¿Empezamos de nuevo?
-Yo te conozco.
-Mejor nos vemos otro día, estás con ganas de pelear.

Antes que Diego siguiera hablando, la llamada había terminado. Miró su reloj: Seis y cuarenta. Calculó que el viaje a su casa, cambiarse y estar listo para salir le tomaría un par de horas.
"Necesito un trago" se dijo a sí mismo. Caminó tres cuadras hasta la avenida y se topó con todo el caos que significa la hora punta un día viernes. Como un coctel mal preparado pero efectivo, letal.


Esa noche Diego tomó más de la cuenta, Fernando y Mario se habían encargado de auspiciar su salida y perdición. Mientras ellos consiguieron sentarse en la mesa de un grupo de señoritas solteras, él estaba demasiado bebido como para iniciar una conversación y fastidiado por su discusión con Charo así que decidió quedarse a observar desde la barra.
Se pidió un cuba libre. No pudo terminarlo, era suficiente. Salió sin que sus amigos se dieran cuenta y arrastrando un poco los pies.




Afuera del local había gente fumando y discutiendo sobre el último partido del Mundial. De pronto escuchó insultos. Cerca a donde él estaba había comenzado una pelea. "Borrachos de mierda", murmuró. Siguió caminando y tuvo que pasar al lado de ese grupo porque por ahí debía tomar el taxi de regreso. Cuando ya les daba la espalda sintió un golpe fuerte en la cabeza que lo hizo caer. Se incorporó para identificar a su atacante pero ya había demasiada gente separando a los revoltosos. Caminó unos pasos pero el dolor de la caída y el alcohol que llevaba en la sangre le impidieron continuar y optó por echarse en un jardín frente a un restaurante ya cerrado.
No supo cuánto tiempo estuvo ahí pero aún estaba oscuro cuando sintió una mano sobre su hombro, agitándolo para despertarlo.

-¿Diego?
-...
-¿Qué haces ahí?
-...
-¿Estás bien?
-¡Valeria!
-Sí
-How are you?

CONTINUARÁ...

SIGUIENTE CAPÍTULO: 2. Miradas perdidas

Comentarios

  1. excelente piti!!!! me quedé enganchadísima con la historia!!! actualizalo NOW! besos

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  2. Gracias!! La próxima semana viene la continuación. Un beso :)

    ResponderEliminar
  3. mierda
    que tal final
    ya me dejaste enganchado, vamos a leer la 2da parte

    ResponderEliminar

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