
“Lo único que nos queda por alardear es el amor. No existe otra fuerza que lo supere"
Los autos transitaban en caótica armonía por la calle Los Eucaliptos y Claudio aún no se sentía listo para ver a Patricia bajar de uno de ellos. Habían pasado diez años desde que se mudó a Miami y trece desde que la vio por última vez. Mientras esperaba su llegada, se preguntaba si ella lo reconocería de inmediato o le tomaría unos segundos hacerlo. En el peor de los casos se justificaría diciendo “Es que ahora te ves mejor”. La conocía tan bien.