
(Basada en una historia real)
Keep the change – dijo sonriendo la alemana en un perfecto inglés,
deslizando hacia el borde de la mesa los treinta y tres soles* que Marco le
acababa de dar. Pudo haber sido su peor día de la semana: había jalado el
examen final de Economía por segunda vez, discutido con Giuliana delante de sus amigas y
como consecuencia llegado tarde al bar, por lo que le descontarían una hora de
su paga quincenal. Pero esos tres billetes, tres monedas y la sonrisa de la joven
teutona les resultaban como una suave palmadita en el hombro convenciéndolo de
que después de todo, las cosas iban a estar bien.