20.3.15

Déjà vu

deja vu

El hombre al que sigo atentamente no descansa ni un minuto y sigue caminando a paso incansable. Estoy a unos cuarenta metros detrás de él, quien por momentos mira ambos lados, como si se tratara de un tic nervioso. Mantiene las manos en sus bolsillos, tal vez sea el tenue frío del casi extinto invierno o quizá esconda ahí el motivo por el que lo estoy siguiendo.